Cuándo Estados Unidos invadió a Panamá, Clark Kent se enteró de la noticia. Hundió de un puñetazo su escritorio, ante la indignación y la vergüenza, y sintió deseos de rebelarse e ir en auxilio de los débiles panameños; con su cuerpo de acero y su visión de rayos equis; con su velocidad asombrosa y su super inteligencia. Y se rebeló. Bajó como un rayo del undécimo piso del diario El Planeta y una vez en la calle miró a todos lados, sin embargo, por más esfuerzos que hizo, no encontró en toda la cuadra una maldita caseta telefónica disponible para cambiarse de vestuario.
17 oct 2011
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