2 ene 2012

CUENTOS PARA LEER EN EL METRO

ENIGMA
Después de tres semanas de intensos interrogatorios, en los que los policías del servicio secreto habían usado todas las técnicas de persuasión conocidas, el detenido no confesaba. Mucho menos daba muestras de dolor, a pesar de la gravedad de las heridas, que apenas permitían reconocerle. Por el contrario, lucía calmado y feliz, como si agradeciera a Dios porque existía feng shui para cámaras de torturas.

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