Solo en el desconcierto y en nuestra incapacidad para comprender podemos encontrar el origen de la intolerancia. El asesinato, el grado máximo de la violencia, la manifestación extrema de la intolerancia, arraiga en lo indescifrables que nos resultan esos grandes desconocidos que son los demás, y en el misterio velado —¡y aterrador¡— que somos nosotros mismos.
17 oct 2012
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